lunes, 1 de septiembre de 2008

El origen morisco del gaucho



LOS MORISCOS, DE A CABALLO POR LA PAMPA

Por el Prof. R. H. Shamsuddín Elía

Las primeras corrientes moriscas se asentaron en el Río de la Plata durante los siglos XVI y XVII. Entre otras cosas, acercaron la cultura ecuestre y el origen de la palabra gaucho.
Nuestra tesis, fundamentada en una extensa y pormenorizada bibliografía, es que el gaucho tiene su origen en la civilización de Alándalus, la España musulmana (711-1492), cuna de los pueblos iberoamericanos, de la que recibimos legados como el idioma castellano en su versión andaluza, con el seseo (pronunciar un sonido silbante s en vez del sonido ce) y el yeísmo (que consiste en pronunciar la ll como la y: sonando igual en "llave" o en "yerba", tan común entre los rioplatenses), ambos de origen morisco.Con la palabra moriscos (1) se designa comúnmente a los musulmanes del reino nazarí de Granada (rendido por Boabdil a los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492) que, tras la rebelión del barrio del Albaicín (1501), fueron obligados a convertirse al cristianismo (2).Esta denominación igualmente le sería aplicada a los mudéjares (del árabe mudayyan: "los que se quedaron", o Ahl ad-Dayn: "Gente que permanece, que se domeña"; por extensión, "domesticados", "domeñados"): los "moros sometidos" en los reinos hispanocristianos a partir del siglo XI, quienes disfrutaron de períodos de tolerancia bajo la égida de soberanos como Alfonso X el Sabio (1221-1284) y Pedro I el Justiciero (1334-1369). Éstos desarrollarían un arte que transformó los perfiles de la España cristiana y sería la base fundamental del llamado "arte colonial español" en América (3).Tras la fracasada rebelión de 1568 -ahogada en sangre por Felipe II y su hermanastro Juan de Austria-, la nobleza de España, más germánica que española, obsesionada por la "pureza de sangre" y el miedo a una sublevación de los moriscos apoyada por los turcos otomanos (4), presionó al rey Felipe III para que procediera a la expulsión masiva de los moriscos. La operación se llevó a cabo entre 1609 y 1614 (5). Los moriscos entonces se asentaron en el Norte de África (Marruecos, Argelia y Túnez). Algunos se quedaron viviendo en España y Portugal, fingiendo ser cristianos nuevos o gitanos, pero permaneciendo fieles a la fe islámica (6). El resto emigró a América en similares condiciones de clandestinidad.Los moriscos que vinieron a América llegaron mimetizados con los conquistadores y huyendo del estigma impuesto por el inquisidor. Aquí forjaron culturas ecuestres: la de los gauchos (Argentina, Uruguay y Brasil), huasos (Chile) y llaneros (Colombia y Venezuela), con múltiples influencias en la música, costumbres y estilos, desde el folclore argentino a la escuela tapatía mexicana. Éstas simbolizaron su fe, su tradición y sus tremendas ansias de independencia y libertad. También construyeron iglesias, catedrales y residencias mudéjares que todavía nos asombran, pequeñas Alhambras que tuvieron como magnífico marco una nueva y pletórica geografía acunada entre los Andes y el Caribe (7).El tradicionalista y jurisconsulto argentino Carlos Molina Massey (1884-1964), que ha estudiado el origen del gaucho, se pregunta: "Los ocho siglos de conquista mora habían puesto su sello racial característico en la población íbera: el ochenta por ciento de la población peninsular llegada a nuestras playas traía sangre mora. El gaucho fue por eso como un avatar, como una reencarnación del alma de la morería fundiéndose con el alma aborigen en el gran ambiente libertario de América" (8).
La etimología de la palabra "gaucho"
Entre el riquísimo y vasto legado andalusí también figura la palabra "gaucho". El jurisconsulto de origen francés y gauchófilo por excelencia Emilio Honorio Daireaux (1843-1916) hace esta reconstrucción: "En la época de las primeras poblaciones en América la dominación de los Árabes en España había terminado por la expulsión o la sumisión; muchos de estos vencidos emigraron. En la pampa encontraron un medio donde podían continuar las tradiciones de la vida pastoril de sus antepasados. Fueron los primeros que se alejaron de las murallas de la ciudad para cuidar los primeros rebaños. Tan cierto es esto que á muchos usos y artefactos allí empleados se les designa con palabras árabes, al pozo, palabra española, se le nombra jagüel, desinencia árabe, y a la manera árabe sacan los pastores el agua. Gaucho es una palabra árabe desfigurada. Es fácil encontrar su parentesco con la palabra "chauch" que en árabe significa conductor de ganados. Todavía en Sevilla (en Andalucía), hasta en Valencia, al conductor de ganados se le nombra chaucho" (9).
Los descubrimientos de Federico Tobal
El primer gran teórico sobre los orígenes hispanoárabes del gaucho fue el jurisconsulto, escritor y periodista Federico Tobal (1840-1898). Dice Tobal: "El traje del gaucho no es más que una degeneración del traje del árabe y aún los dos hombres se confunden al primer aspecto. El chiripá, el poncho, la chaqueta, el tirador, el pañuelo en la cabeza y bajo el sombrero, no son más que modificaciones de las piezas del vestido árabe, pero modificaciones ligeras y que no constituyen un traje aparte como el nuestro europeo. (...) Todo en el gaucho es oriental y árabe : su casa, su alimento, su traje, sus pasiones, sus vicios y virtudes y aún sus creencias. (...) Interminable sería agotar esta tesis. Las cosas, los hechos y los accidentes de relación que constatan el origen se ofrecen por doquiera. La semejanza es tan viva que basta la más ligera atención para percibirla. Ella nos sigue como la sombra sigue al cuerpo y va estampada hasta en la etiqueta (...) Por mayor que sea la indolencia en que haya caído el gaucho, carecerá de árboles o de huerto su hogar, pero no carecerá del pozo que es la cisterna (jagüel o aljibe) para las frecuentes abluciones, alta necesidad de sus costumbres que se nota especialmente entre los pueblos paraguayo y correntino y que no es ciertamente de origen indio" (10).
Los gaúchos del Brasil
Con el devenir se fueron sumando los investigadores que acreditaron la estirpe andalusí del gaucho. Manoelito de Ornellas (1903-1969), por ejemplo, un etnógrafo y estanciero brasileño, escribió a principios de la década de 1950 varias monografías eruditas probando similares carismas en el gaúcho riograndense (25).Y es que el gaucho moruno nunca fue una exclusividad rioplatense o de las pampas de Argentina, Uruguay y Brasil, sino de América toda, desde los valles de Chile hasta los praderas de California y México, pasando por los inmensos llanos del Orinoco en Colombia y Venezuela, con todas sus denominaciones afines e idóneas: el huaso (26), el llanero (27) y el charro (28).
Los huasos de Chile
Así, como se puede comprobar la influencia árabe y morisca en los gauchos de las pampas argentinas, uruguayas y brasileñas, también se comprueba "en la vestimenta y atuendo del huaso chileno, en la ornamentación de sus estribos y espuelas pletóricas de arabescos, en su forma de cabalgar "a la jineta", en sus juegos y alegrías, en el romance español conocido de "corrido", al igual que en el Andaluz. Una curiosa "jarcha" de la última estrofa de una muwashshaha (moaxaja) del cancionero árabe popular del siglo IX, que se encuentra en la compilación y restauración realizada por el profesor Sayed Ghazi, en su obra "Diván de Muwashshahas Andaluzas", nos presenta el cuadro plástico coreográfico del hombre y la mujer en la cueca... La importancia de esta jarcha árabe consiste en ser parte de un conjunto de cantos y bailes populares, lo que nos haría suponer el origen árabe-andaluz de la cueca. Al respecto cabe señalar que la etimología de la palabra cueca nos indicaría la posibilidad de un origen árabe de este baile: cueca, zamacueca y su viable conexión con el término árabe samakuk que origina el español zamacuco (29): malicioso, hombre rudo, nombre derivado del verbo árabe Kauka, que señala la acción seductora que realiza el gallo para conquistar a la gallina, que, coincidentemente, conllevaría el simbolismo de la cueca... (30) Otra muestra de la impronta de la cultura árabe en la nuestra lo constituye una gran variedad de juegos ecuestres practicados en la colonia, como lo son el correr de la sortija, las cañas, el juego de los patos, las carreras, y muchas derivaciones de éstos, magníficamente descritos en la obra de don Eugenio Pereira Salas, "Juegos y Alegrías Coloniales en Chile" (31).
Una historia inédita pero perceptible
Alándalus fue una civilización privilegiada que se fundó gracias al mestizaje de múltiples pueblos y tradiciones. Desde un primer momento los bereberes y árabes musulmanes recién llegados empezaron a casarse con mujeres hispánicas (hispanorromanas, celtíberas, godas). El resultado es un tipo admirable de cultura que, propiamente debe llamarse andalusí. Cuando esos hispanomusulmanes fueron conquistados por sus vecinos del norte de la Península -transformándose primero en mudéjares y luego en moriscos- y forzados a emigrar, muchos vinieron a América en condiciones de clandestinidad. Allí se produciría un nuevo y generoso mestizaje, esta vez con las mujeres aborígenes, cuya culminación es el biotipo del gaucho, del huaso, del llanero, con sus señas moriscas, pero también con todas sus nuevas adquisiciones y originalidades propias de América.Lo que queremos puntualizar aquí no es que los jinetes de las pampas o de los llanos fuesen de raza árabe, eso sería un error tan grande como decir que los andalusíes también lo eran (las razas no existen, sí los lenguajes y las culturas), sino que los gauchos, huasos, llaneros o charros eran portadores de una herencia que -muchas veces a pesar de ellos mismos- le marcaba pautas de conducta, de costumbres, de pensamiento.Todas las citas y fragmentos que hemos venido enumerando hasta ahora nos demuestran fehacientemente, que no fueron los inmigrantes sirios y libaneses -mayormente llegados al Río de la Plata a partir de 1900- los primeros en señalar las señas mudéjares de ese biotipo de las pampas -consecuencia del mestizaje de indias y moriscos, o de la inmigración de moriscos de puro linaje como los maragatos (32) -, sino los argentinos de pura cepa o incluso los extranjeros, en su mayoría europeos, que tuvieron la fortuna de conocer en persona a los últimos gauchos que aún montaban a la jineta y usaban pañuelos como albornoces bajo sus sombreros.Las limitaciones de este artículo no permiten profundizar ciertos temas vinculados directa o indirectamente con los orígenes hispanomusulmanes de las culturas ecuestres de América. Uno es el caso de los moriscos en el Perú, como "las tapadas de Lima", que menciona el historiador y filólogo español Américo Castro (1885-1972) (33), que dieron lugar a una riquísima cultura de mestizaje, y en México, donde el influjo morisco se proyectó desde Chiapas hasta las septentrionales costas de California (34). Otro es el profundo monoteísmo entroncado con la más pura tradición musulmana que trasunta el Martín Fierro, la "Biblia Gaucha" del poeta José Hernández, y las mil y una tradiciones mimetizadas en la cultura argentina que deberán ser develadas más tarde o más temprano.
El Origen del Gaucho
Muy al principio, ocurrió que los Conquis-tadores Españoles trajeron especialmente a la zona del Río de la Plata, numerosos Moriscos y Andaluces en general (mezcla de Españoles y Moros), como soldados Los Moriscos, eran los Moros de España y Portugal, cristianizados en su gran mayo-ría por la fuerza, pero en realidad eran falsos cristianos (les denominaban “cristia-nos nuevos”), ya que fingían para evitar persecuciones, discriminaciones, torturas físicas y psíquicas, expulsiones, y a veces hasta la muerte. Algunos pocos se conver-tían realmente al cristianismo. Podemos citar entre los principales Conquistadores que los trajeron, a Solís, Gaboto, Irala, Pizarro, Pedro de Mendoza, Jerónimo Luis de Cabrera, etc. Luego, sucedió que muchos de esos sol-dados Moriscos y Andaluces en general desertaron, por causa de injusticias, maltratos, mal pagados, y otros diversos motivos. Entonces ocurrió que huían a caballo al desierto, o sea a la inmensidad de la pampa Bonaerense. De allí, mucho des-pués se extendieron por todo el país, pero andaban siempre de un lado para otro, esquivándole a las autoridades. Eso explica la vida seminómada forzada que tenían que hacer, los que resultaban de esa mane-ra, los primeros gauchos, que tenían gene-ralmente origen Hispanomusulmán, aun-que sus descendientes paulatinamente se fueron haciendo cristianos. Era absoluta-mente necesario ese tipo de vida, para evitar ser aprehendido por los militares. Aparte de esa causa, téngase en cuenta también el origen árabe nómade de sus ancestros que vivían en el desierto del norte de Africa. De manera que había además una tendencia innata. No les costó mucho adaptarse a esa situación. A esos desertores del ejército, cosa que sucedió durante muchísimos años, se agreGaron miles de Moriscos durante toda la colonización Hispánica, como se apreciará más adelante. No eran por lo tanto Españoles de la peor calaña, criminales, ladrones, asaltantes, extraídos de las cárceles de la península Ibérica. Aparte de los Moriscos mercenarios que querían huir del “infierno cristiano de la inquisición”, pueden haber extraído de las cárceles, soldados, militares, guerreros moros presos por la guerra con los Españo-les Cristianos, pero eso nada tiene que ver con la “leyenda negra” sobre todo del impe-rialismo Británico, con lo cual pretendían desprestigiar a España. La consecuencia de esa leyenda negra recayó sobre el criollo y el gaucho, y hasta hoy se aprecia tal problema en nuestra Identidad Nacional, agregando a ello el marginamiento causado por los Gobiernos Unitarios del siglo XIX que tanto defendían lo Europeo y despreciaban lo nacional Argentino, incluso al gaucho, como ya se explicó en notas anteriores. Después, entre 1580-1585 y 1609, durante el reinado de Felipe II, el gran inquisidor de España, en la época en que se unió Portugal a España, huyeron de Portugal a América, principalmente a Brasil, miles de Moriscos. Estuvieron un cierto tiempo, y luego fueron expulsados justamente por ser falsos cristianos, huyendo a la parte norte del actual territorio que ocupa la Argentina. También huyeron muchos judíos “falsos cristianos”, pero éstos no escapaban a caballo por los campos, no hacían vida nómade, y fueron perseguidos en nuestro territorio, disparando continua-mente de una región a otra, y a distintos países Sudamericanos, donde los volvían a expulsar una y otra vez. Hubo muchos de ellos que fueron encarcelados y hasta arrojados vivos a la hoguera de la inqui-sición en Lima, Perú (Libro titulado “500 Años de Historia Argentina”; Fundación de Ciudades; Dirección Félix Luna; Edit. Abril; Año 1988; Florida, Pcia. de Bs. As.). Pero esto es otro tema que no tiene na- da que ver con el que tratamos en la presente nota (es solamente a manera de ilustración). Los primeros Moriscos que vagaban por la pampa, a caballo, por lógica se mesti-zaron con mujeres aborígenes. Los que vinieron posteriormente, se mestizaron también con mujeres hijas de colonizadores Españoles, y algunos, con mujeres negras Africanas. ¿COMO VENÍAN LOS MORISCOS? Veamos lo que dicen algunos libros como el titulado “Lucía Miranda”; autor Eduado Mansilla de García; Edición Año 1933 (págs. 113/114): Según el Gobernador del Río de la Plata, Diego Valdez, que infor-maba al Rey de España en los primeros decenios del siglo XVII, los traficantes de seres humanos traían en forma clandes-tina en numerosos navíos, muchísimos negros Africanos, Moriscos y también Judíos. Esas naves eran generalmente Portuguesas, pero había también Españo-las, Inglesas y de otras nacionalidades, que merodeaban la costa Atlántica. Además, traficaban con los aborígenes, llevándose cueros y caballos principalmente, por sencillos cuchillos y otras mercancías, aprovechando a desembarcar “mucha de la gente perdida” de que habló Hernandarias (o sea los Moriscos). Por supuesto que esos traficantes les cobraban fuertes sumas de dinero a los Moriscos y Judíos para traerlos en los “barcos piratas”, y había funcionarios de Portugal, España y del Río de la Plata que cobraban coimas, haciendo “la vista gorda”. El tráfico humano ocurrió más o menos hasta 1810, y la prueba de esto está en que Manuel Belgrano y Vieytes, citaron este problema en los diarios de la época, como “El Telégrafo Mercantil”, “El Semanario de Agricultura y Comercio”, etc. El primero en ver a los Moriscos a caballo en la pampa y denunciar su presencia en nuestro país, fue Hernandarias, primer Gobernador del Río de la Plata (hasta 1618), quien escribe al Rey de España en 1617, diciendo que encontro’ muchos Moriscos (les decían “gente perdida”), que tienen su sustento en el campo, dedicados a las vaquerías (caza de vacas), “tendiendo a ser chácaras” (Hernandarias vivió entre 1564 y 1634 aproximadamente). Diego de Góngora, Gobernador del Río de La Plata, presentaba sus quejas al Rey de España, alertando “que se multiplicaban los Moriscos en la pampa, con el constante aporte de náufragos, desertores del ejército, aparte de los que venían en barcos clandes-tinos que los traían cobrando una buena cantidad de dinero”. A los Moriscos les decían en esa época, “Maturrangos” (y a los Judíos, “Matuchos”). Durante el reinado de Fellipe III de España fueron expulsados, entre 1609 y 1614, mucho más de 500.000 Moriscos dese país. Muchos huyeron a Marruecos, pero muchos aparecieron en ambas márgenes del Río de la Plata, para iniciar una nueva vida. Después de 1614, durante toda la colonización hispánica, siguió la afluencia de miles de Moriscos en el Río de La Plata. Fueron numerosos los escritores argentinos que reconocieron el origen Morisco directo y cercano del gaucho. Los Moriscos que fueron expulsados de Aragón (España), significaron un verda-dero desastre económico para esa región, ya que sumaban el 20% de su población, y eran el pilar fundamental de su economía agraria. Así ocurrió también en la mayoría de las regiones de España y Portugal. Ese problema influyó notable-mente en la decadencia de España. En el mismo libro citado “Lucía Miranda”, se narra el siguiente episodio: “Gaboto, zarpa del puerto de Cádiz, España, con una flotilla de tres buques y 200 personas. A cargo de una de las naves va el 2º Oficial Sebastián Hurtado con su esposa; Lucía Miranda, morisca, natural de Murcia, España; su padre y cinco familias amigas. En mayo de 1526, navegaron el Río Paraná y a la altura de lo que los aborígenes Timbúes denominan Carcarañá, desembarcan y levantan el Fuerte Sancti Spiritu, quedando a cargo de Hurtado y 76 hombres. Gaboto prosigue la navegación. No pocos componentes de la tripulación eran Españoles de origen musulmán”. La mayor parte de lo expresado, princi-palmente en el subtítulo “¿Cómo venían los Moriscos?”; la mención de los Conquis-tadores que los trajeron; y lo relatado en el libro “Lucía Miranda” sobre el viaje de Gaboto por el río Paraná, ha sido extraído del sitio web del Centro Islámico Argentino (www.centroislamico.org.ar), publicado en la Revista “Voz del Islam” Nº46 en su artículo “Los Moriscos de a Caballo por las Pampas”. LOS MARAGATOS Son descendientes de una inmigración Bereber (no eran árabes) que ingresó a España desde el norte de Africa. Provienen de la población de Al-Maragat (en árabe significa caverna, gruta). Un grupo de ciudadanos de allí se sumó a un contingente de 18.000 hombres que entró en España en el año 712. Parece que son una mezcla de Bereberes Musulmanes y Godos Cristianos que convivieron en España. Los Maragatos se afincaron desde un principio en tierras de León, España, en un área montañosa que sería llamada “La Maragatería”, al SO de laciudad de León. Siglos más tarde, pasan a Portugal y luego a las Islas Azores. Des-pués, durante los siglos 17 y 18, llegaron a la zona del Río de la Plata en Sud Amé-rica, numerosas familias de Maragatos de León, procedentes del puerto de La Coruña, España, y otras tantas familias provenientes de las Islas Azores. Se radicaron principalmente en los Departa-mentos de Soriano y San José, de la Banda Oriental (Uruguay). También en algunas partes de Brasil, y luego en Argentina. Fueron excelentes arrieros. Pronto desarrollaron éste y otros oficios camperos, como la artesanía. A fines del siglo XVIII, serán identi-ficados con los gauchos de la región. Ellos impusieron algunas pilchas gauchas, como el calzoncillo cribado con flecos. Estos son datos extraídos del libro “Voz del Islam” Anuario 2006; Propietario: Centro Islámico de la República Argen-tina; Director: Omar Ahmed Abboud; Secretario de Redacción: Ricardo H. Elía; sitio web: www.centroislamico.org.ar. DE NUESTRA REDACCIÓN Por Carlos Alberto Del Pin/ Director El Rey de España insistía en que los Cabildantes expulsaran a los Moriscos, pero eso nunca pudo concretarse. Por eso se explica el tipo de vida seminómada del gaucho que siempre andaba a caballo de acá para allá, cambiando continuamente de lugar, y se lo acusaba de vago, bárbaro, incivilizado, etc. Por eso se explica que siempre las autoridades fueron perse-cutorias del gaucho, desde un principio, y aun después de la independencia Argen-tina, aunque en ese entonces se sumaron a la persecución de carácter social, las persecuciones de carácter político y hasta cultural, interviniendo además, la prolongada guerra civil entre Unitarios y Federales, con sus consecuencias. No olvidemos que el gaucho siempre fue marginado, y que muchos estancieros del siglo XIX contribuyeron a eso, no otorgán-doles generalmente trabajo permanente (era por muy poco tiempo), de manera que continuamente tenían que vagar por el campo en busca de algún trabajito, si tenían la suerte de encontrarlo. Sobre-vino después una suerte de persecuciones e injusticias, las famosas levas, los casti-gos físicos (el cepo, los latigazos, etc.), las necesidades por falta de trabajo, y demás. Eso prolongó el tipo de vida seminómada que ciertas autoridades denominaban “Vagancia”, y hasta fue causa en muchos casos, de la delincuencia pampeana. En el Río de la Plata, Los Moriscos encontraron un cierto alivio a las persecuciones y torturas, pero seguían fingiendo ser cristianos y ocultaban en lo posible su Identidad en muchos aspectos, para evitar esas barbaridades por parte de los que se decían Cristianos y “civilizados”. En la península Ibérica los Cristianos les hacían la vida imposible, en todo sentido. Imposiciones religiosas Cristianas por la fuerza, imposiciones culturales, de usos y costumbres, les despreciaban hasta sus comidas típicas, gustos, juegos y diversiones. Querían hacerles un cambio de mentalidad total. Los Moriscos muchas veces agachaban la cabeza ante imposiciones de los Cristia-nos, pero algunos eran frontales y enton-ces sufrían las penurias consecuentes. EL GAUCHO Y EL ABORIGEN Son dos personajes completamente dife-rentes, aunque muchos gauchos tuvieran desde un principio o en el transcurso del tiempo, alguna mezcla con el aborigen, sobre todo en el siglo XIX (no olvidemos que había gauchos criollos puros, gauchos mestizos con el aborigen, y gauchos mulatos, pero no todos los criollos puros, mestizos y mulatos eran gauchos, como se explicó en notas anteriores. La mentalidad de unos y otros era com-pletamente diferente. Igualmente el tipo de vida, usos y costumbres, la cultura (salvo algunos elementos que los gauchos asimilaron del aborigen, y algunos ele-mentos que los aborígenes asimilaron del gaucho), etc. Mucho después de la independencia Argentina, se fue tergiver-sando -intencionalmente unos y por ignorancia otros- esa realidad que está bien documentada en nuestra historia, como para sepultar todo vestigio Morisco en nuestro gaucho y en nuestra población criolla en general, seguramente por un fanatismo religioso incomprensible de aquella época, y comenzó en cierto momento a rodarse la idea del origen exclusivo y directo del gaucho, del Español Cristiano (general-mente Gallego y Vasco) mestizado con el Aborigen, ignorando totalmente al Morisco, porque éste fue perseguido por la inquisición, y se quiso ocultar todo. Esa idea de mestizaje mencionada es totalmente falsa. Por supuesto que hubo también mestizos de Gallegos y Vascos Cristianos con Aborígenes, pero no originaron al gaucho neto de vida seminómada, o sea el verdadero gaucho motivo de este tema. También existieron los agauchados. No olvidemos que también existió el paisano o paisano gaucho, de vida completamente sedentaria, con otras costumbres y hábitos de trabajo, con otra mentalidad y completamente distinto al gaucho neto. No tenía el fanatismo por la tradición, la cultura gaucha en general, el concepto de la vida, de la amistad, del universo, etc., propio del gaucho neto de antaño. Tampoco era levantisco contra las autoridades y un sin fin de cosas más, que eran características de este último. Este tema ya ha sido desarrollado en notas precedentes. Ver el sitio web www.revistaidentidad.com.ar